A río revuelto, ganancia de pescadores. Con buena parte de la flota gallega parada y otra con problemas para sacar su mercancía de las lonjas, los cerqueros de Portosín hicieron su agosto en pleno octubre. El poco pescado que se puso en la madrugada de ayer a la venta alcanzó precios de escándalo, a decir de los compradores. Y no era para menos. Hasta 60 euros se llegó a pagar la caja de 25 kilos de chincho (jurel pequeño), una cotización inimaginable hace tan sólo dos semanas, cuando en Sada estuvieron valorando si tirar su jurel por los suelos antes de venderlo por la mísera cantidad que ofrecían.
Los compradores cumplieron su compromiso de llevarse las capturas si la flota salía a faenar. Por eso ayer, por los alrededores de la lonja de Portosín, se dejaron ver los vehículos habituales y otros ya no tanto. En total, se descargaron 300 cajas de jurel, la mayor parte destinado al mercado portugués. Según mantiene el colectivo, no hubo ningún problema y la mercancía llegó a su destino sin ningún contratiempo.
La sardina también se benefició de los avatares de las huelgas que mantienen los transportistas y parte de los pescadores. De precios prohibitivos hablaban los exportadores: 20 euros la caja.
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