La necesidad de que el mejillón gallego pase una serie de filtros que impidan la llegada a los mercados de partidas que representen algún riesgo para la salud es algo que ningún mejillonero gallego se atreve ya a poner en tela de juicio. «Se hai toxina e non se pode sacar, non se pode sacar e punto», decía ayer, contundente, Agustín Pose, representante de Agame.
Aunque todos los bateeiros estén de acuerdo en el fondo de la cuestión, parece que en la superficie la unidad del sector se ha roto. Una parte de las organizaciones han criticado abiertamente a la dirección del Instituto Tecnolóxico do Mar de Vilaxoán, el Intecmar, organismo encargado de realizar los análisis que determinan si las zonas de producción pueden o no abrirse, al considerar que actúa con una manifiesta «falta de sensibilidad» ?con el sector
Los más críticos han sido los directivos de Opmega, que lamentan, en primer lugar, «que sea imposible muchas veces comunicarse con la dirección del centro para saber cómo van las cosas y qué previsiones hay». «Esa falta de información quema a la gente», explicaba Javier Blanco. ? Desde Opmega también reprochan que el centro realice muy pocos muestreos «cuando lo que está en juego es todo un sector». En ese sentido, hoy mismo se celebrará una reunión entre la dirección del Intecmar y los representantes bateeiros en la que se analizará la evolución de la marea roja. Los representantes de Opmega exigirán que se hagan más pruebas y de manera más intensiva y continua, «de forma que si un polígono se puede abrir, aunque sea un día, se abra».? La principal central mejillonera señalaba ayer que muchos bateeiros están atravesando situaciones muy delicadas. «Venimos de unos años medianamente buenos, la gente se metió a hacer barcos e inversiones, y ahora no puede vender. Y los bancos no entienden de toxina», argumentaban desde la directiva del gigante bateeiro.
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