España aceptó en la madrugada de ayer reabrir la pesquería de anchoa en el golfo de Vizcaya el día 1 de marzo y permitir que Francia empiece a pescar las 500 toneladas de anchoa que le corresponden según el reparto de totales admisibles de captura (TAC) decidido por los ministros de Pesca de la UE. Sin embargo, esa cesión a la presión gala no ha servido para suavizar el drástico recorte en la cuota española de bacaladilla, cuyas posibilidades se han quedado un 47% por debajo de las del 2005.
La ministra Elena Espinosa subrayó al término del consejo su satisfacción por el acuerdo, pese a que España dispondrá de 104.000 toneladas de lirio menos. El pacto reduce a dos las tres áreas de pesca que había y recorta los topes un 49% en el Atlántico norte y Gran Sol, y un 56% en aguas ibéricas.
Espinosa calificó de «insignificante» la cuota de 5.000 toneladas de anchoa -4.500 para España- y afirmó que no va a tener «impacto alguno» sobre el caladero y se felicitó por haber logrado que Francia permita a los vascos pescar cebo vivo dentro de sus seis millas. La postura contradice el decidido apoyo que España había mostrado al TAC cero que proponía Bruselas y que contaba con el apoyo del sector.? El secretario de la Federación Española de Organizaciones Pesqueras (Feope), Javier Garat, aseguró que el recorte en la bacaladilla era «el esperado», aunque lamentó que España haya desperdiciado «una buena posición negociadora» en la anchoa para mejorar en otras pesquerías, como las de la merluza o el rape.
La conselleira de Pesca, Carmen Gallego, que representó a las comunidades autónomas, calificó a Espinosa de «magnífica negociadora» y descartó que el sector gallego rechace el acuerdo. «O que quere o sector é pescar», dijo. Pero no estuvo muy acertada. La Federación Galega de Confrarías criticó por «temeraria» el pacto sobre la anchoa, pues deja que sean los franceses los primeros en iniciar la pesquería y temen que puedan esquilmar el bocarte.?
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