La ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, visita mañana Galicia. El motivo oficial es la presentación del Plan Nacional de Salvamento Marítimo, pero previamente se reunirá con el presidente de la Xunta.
Será ocasión para hablar del AVE. Y no sólo de hablar por hablar, sino de establecer de una vez por todas compromisos que garanticen que esta infraestructura, imprescindible para el desarrollo de Galicia, se ejecute en los plazos acordados. La marginación del Gobierno central hacia nuestra tierra sigue siendo incomprensible e injustificable. Andalucía tiene tren de alta velocidad desde hace trece años. Aquí, a este paso, esperaremos otros tantos. No se puede permitir que el tramo Santiago-Ourense lleve paralizado dos años sin explicación alguna o que se achaque la demora del Lubián-Ourense al estudio de impacto ambiental iniciado hace mucho tiempo.
Son perfectamente razonables las exigencias del PP y BNG a este respecto, aunque los primeros también pudieron hacer algo más antes y los nacionalistas forman parte del Gobierno gallego y ello les obliga a corresponsabilizarse de la situación aunque sea en menor medida que sus socios. Touriño deberá arrancar a la ministra el compromiso con plazos, presupuestos, de que será un AVE de verdad y refrendarlo en un documento similar al de las autovías, con el apoyo de todos los partidos políticos y con la autoridad moral que daría rubricarlo en acuerdo unánime en sede parlamentaria.
Se trata simplemente de formalizar acuerdos y promesas anteriores. No hay ningún motivo para no hacerlo, salvo que no exista voluntad política de dar a Galicia un trato justo y equitativo con el resto de España. Que no nos venga la ministra con fuegos fatuos de amores brujos que ella conoce bien por razones de nacimiento. Nuestra tierra necesita política de realidades y si fuere insalvable un ligero retraso se entendería pero las cosas claras y los compromisos firmes.
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