El próximo año, llegar a diciembre con cuota de merluza ya no será cosa del conjunto de la flota que faena en Gran Sol. Si prosperan los cambios que las autoridades pesqueras españolas pretenden introducir, cada embarcación dispondrá de su propio cupo, y será la encargada de administrarlo.
Ahora hay una cuota común, que gestiona Madrid, y a la que, periódicamente, se va descontando la cantidad de especies descargadas y comercializadas por los 190 buques de pabellón español que faenan al oeste de Irlanda y en el golfo de Vizcaya. Así, cuando el cupo se acaba, se acaba para todos, con independencia de la comunidad autónoma en la que el buque tenga su base y del volumen que haya capturado la flota de cada una de ellas. Sin embargo, para el próximo ejercicio, cada barco tendrá unas toneladas asignadas y podrá emplearlas en las fechas que considere más conveniente, sin estar a expensas del consumo global de la cuota.
Aunque con defensores y detractores, el cambio en el sistema de reparto no supone, en principio, ningún problema. Ahora bien, los roces surgen en cuanto se habla de cómo abordar la partición. Agricultura propone hacerlo en función de los derechos de pesca de cada barco, y algunas agrupaciones así lo comparten. Otras asociaciones pesqueras, sin embargo, consideran que debe realizarse atendiendo a los volúmenes de descargas, los días de pesca y, sobre todo, a las características de cada buque, pues «no tiene razón de ser que a un pincheiro o a un volanteiro le adjudiquen especies que no pueden capturar, como puede ser la cigala o el gallo», señala Jesús Etchevers, presidente de la Asociación de Armadores de Pesca de A Coruña (Arpesco).
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