Las aguas que bañan las costas de Perú y Chile están agitadas. Y el epicentro del maremoto ha sido una nueva ley sobre el dominio marítimo que, tras varios días de creciente tensión entre ambos Gobiernos, Lima aprobó el jueves pasado y que sitúa la frontera en una línea equidistante de los litorales de ambos países, no el paralelo del Ecuador, que hasta ahora tenían por mojón . Ni que decir tiene que, con la nueva delimitación, Perú sale ganando. Y mucho, pues desplazaría hacia el sur su dominio, anexionándose unos 35.000 kilómetros cuadrados de área marina que los chilenos consideran parte de su territorio.
Pero el conflicto no pasaría de marejadilla si no fuese porque la zona en disputa -en el límite de la ciudad chilena de Arica y la peruana Tacna- es un área muy rica en recursos marítimos y de vital importancia para la industria del salmón y de harina de pescado de Chile, segundo productor de piensos por detrás, precisamente, de Perú.
El hecho de que la flota gallega no tenga acceso a pescar en las aguas que ahora disputan ambos países ha permitido pasar de puntillas por el conflicto a una treintena de barcos palangreros que pescan pez espada en el océano Pacífico. Es más, el enfrentamiento entre Chile y Perú podría ser incluso provechoso para los buques de Galicia, pues mientras esas diferencias subsistan tiene menos posibilidades de prosperar el controvertido acuerdo Galápagos, una iniciativa en la que ambos países estaban embarcados junto con Ecuador y Colombia y que tiene por objetivo extender su jurisdicción sobre el Pacífico a las 350 millas de la costa. De hecho, según el presidente de la asociación nacional de armadores de buques palangreros de altura (Anapa), Albino Campos, fueron los roces entre Santiago y Lima los que disuadieron a la Administración peruana de ratificar un acuerdo que realmente perjudicaría a la flota gallega que opera en esas aguas.
Precios altos
Pero por el momento la crisis no ha salpicado a los barcos con base en Galicia, mucho más preocupados por los elevados precios que pagan en Perú por el gasóleo -donde descargan, se avituallan y pertrechan- que por la disputa marítima entre Santiago y Lima: «Estamos pagando el combustible a 0,63 euros, frente a los 0,48 a los que se vende el litro en el puerto de Vigo », explicó Albino Campos.
Además, los palangreros de altura confían en que la puesta en marcha de una nueva organización regional de pesca en esa área frene en seco las ambiciones expansionistas de los cuatro países citados.
Ahora bien, hay quien no tiene dudas de que el conflicto puede derivar en incidentes en la frontera y no hay que olvidar, que aunque no faena en la zona afectada, la flota gallega sí emplea puertos peruanos para descargar sus capturas. Es más, durante un tiempo las embarcaciones estuvieron desembarcando pez espada en el puerto chileno de Arica, donde arranca el punto de discordia.
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