Podía haber sido una tragedia en un municipio, el ribeirense, que este año lidera la lista siniestralidad laboral, pero afortunadamente el accidente tuvo un final feliz. Los siete tripulantes del arrastrero Puerto de Béjar llegaron sanos y salvos al muelle de Ribeira unas cuatro horas después de que la embarcación en la que faenaban se hundiese a 150 metros de profundidad, a unas diez millas al suroeste de la isla de Sálvora.
La odisea de estos profesionales en la que hasta el momento del siniestro era una jornada normal de trabajo empezó hacia la una de la tarde, hora a la que quedó registrada la llamada de emergencia al Centro de Salvamento Marítimo. Los marineros notaron un fuerte golpe en el casco de la embarcación, propiedad del armador Carlos Pena Graña, y al cabo de un rato una vía de agua inutilizó el motor, lo que provocó que las bombas de achique dejasen de funcionar.
Los pescadores soltaron las dos balsas y se lanzaron al agua, mientras la tripulación de la pareja de su arrastrero, el Dursan , que había largado las redes a unas dos millas, fue alertada de lo que sucedía y se dispuso a iniciar el rescate.
También fue avisado para que colaborase en el auxilio de los siete marineros un mercante que se encontraba en las inmediaciones, el Silver Pearl , al tiempo que fueron movilizadas la Salvamar Régulus , el Pesca 1 y una embarcación de la Guardia Civil.
Las tareas de rescate fueron bastante complicadas debido al temporal de agua y viento del sur que azotaba a la zona. En el lugar del suceso había olas de hasta cinco metros de altura.
Pese a las dificultades, la tripulación del Puerto de Béjar llegó a su puerto base a las cuatro de la tarde. En el muelle ribeirense aguardaban los integrantes de Protección Civil y una ambulancia, pero no fue preciso trasladar a los afectados a ningún centro de salud porque todos afirmaron sentirse perfectamente.
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