La Comisión Europea anunció ayer que preparará otro texto legislativo para el sector portuario, después de que el Parlamento rechazara, por una abrumadora mayoría, la polémica directiva que pretendía abrir a la libre competencia la mayoría de los servicios que se prestan en esas terminales a las empresas navieras. Esa propuesta motivó una huelga en muchos puertos de Europa y provocó el lunes una violenta protesta de los estibadores, que atacaron a pedradas la sede de la Eurocámara en Estrasburgo.
El comisario de Transportes, Jacques Barrot, anunció que se pondrá a trabajar inmediatamente «para sentar las bases de una política de puertos que dé seguridad a los inversores, y que responda a las necesidades» del sector. Lo hizo apenas segundos después de que la Eurocámara decidiera, por segunda vez en tres años, rechazar el texto y devolverlo a la Comisión: 532 votos en contra, 120 a favor -entre ellos los del Partido Popular- y 25 abstenciones.
La norma, elaborada por la ex comisaria española Loyola de Palacio, ya había sido rechazada por el Parlamento en el 2003, pero llegó de nuevo al pleno tras un rocambolesco proceso parlamentario. De hecho, Barrot criticó ayer a su antecesora al asegurar que el texto que votó ayer la Eurocámara estaba «insuficientemente corregido» respecto a la anterior propuesta, y que no era claro en aspectos muy polémicos, como el de la autoasistencia: «Yo asumo mis responsabilidades, pero no las de los demás», subrayó .
Fin de los monopolios
El proyecto de la Comisión pretendía acabar con el monopolio de los estibadores en las tareas de carga, descarga, estiba y transbordo en los puertos europeos, abriéndolos a la libre competencia y permitiendo la autoasistencia, es decir, que un armador pueda recurrir a su propia tripulación para ejecutar esas tareas. Además, planeaba liberalizar los servicios de remolcaje, amarre y practicaje.
«No creo que la nueva norma tarde mucho en llegar al Parlamento», aseguró ayer la eurodiputada socialista Rosa Miguélez, en línea con su compañera de grupo Inés Ayala, que recordó que «toda la política de autopistas del mar que pretende poner en marcha la Comisión no tendrá credibilidad si no se modernizan los puertos». A juicio de Ayala, cuyo grupo calificó ayer de «naufragio» el tránsito parlamentario de la directiva, la Comisión podría tardar menos de un año en presentar una nueva propuesta.
La directiva no prosperó por la división de populares y liberales, los únicos dos grupos que habían mostrado cierta tibieza hacia el texto. Entre ambos suman 354 eurodiputados, pero sólo un tercio apoyaron el texto.
Satisfacción
Entre el colectivo de estibadores no cabe más que satisfacción: «Estamos contentos no sólo con el resultado sino con esa mayoría aplastante y, sobre todo, con el aplauso final de los parlamentarios tras la votación», señaló Antolín Goya, responsable del sindicato La Coordinadora. Tanto esta agrupación, como las demás centrales, UGT, CC.?OO. y CIG, consideran que las movilizaciones han sido determinantes en el rechazo a una directiva que ni siquiera gustaba a la patronal. La Asociación de Navieros Españoles (Anave) aseguró que es «preferible» que se haya rechazado una propuesta que no conducía a «una liberalización efectiva de los servicios».
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