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La piel, grasa y porosa, del pollo puede ser un receptáculo de gérmenes. Lávelo, pues, con un jabón neutro, aclárelo, séquelo bien y frótelo con medio limón. Cuando lo guise, la cocción debe ser completa, es decir, no debe quedar ningún resto de piel rosada. Si lo ha manipulado mucho antes de lavarlo, desinféctese las manos y los utensilios empleados. |
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