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Para que los cambios de vino que pueden producirse en una comida no le resulten perjudiciales, aténgase a las siguientes normas: Limítese a probar un vaso de cada tipo de vino para no excederse en la cantidad.
Regule el número de catas en función de lo acostumbrado que esté a beber.
Pase siempre de los vinos blancos ligeros a los más estructurados, de los tintos jóvenes a los más añejos.
Evite las temperaturas demasiado bajas en los vinos blancos, o añadirles hielo.
Deje para el final los vinos dulces y los licores.
No proceda nunca al revés, es decir, no pase de un tinto con cuerpo a un blanco ligero. |
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