El Camino Francés abandona Palas por el Campo dos Romeiros, tradicional lugar de encuentro de los peregrinos, donde se recomponían los grupos que se habían organizado, espontáneamente, con el transcurrir de la peregrinación. Estamos en plena comarca de A Ulloa, tierra de gran producción láctea y sabrosos quesos, entre otros reconocidos productos tradicionales, e inmortalizada por Emilia Pardo Bazán en la novela “Los Pazos de Ulloa” (1886).
En las proximidades de este tramo, tomando un pequeño desvío, se Ilega al castillo de Pambre. Un camino rural Ileva hasta la fortaleza, construida por Gonzalo de Ulloa a finales del siglo XIV. Fue éste uno de los pocos castillos feudales gallegos que se salvó de la furia destructora del siglo XV, provocada por las luchas antiseñoriales de los “Irmandiños”.
De regreso al Camino, este inicia ya su recorrido por la provincia de A Coruña, camino de la aldea de Leboreiro, con evidente sabor medieval. Su iglesia conserva diversos elementos románicos de la fábrica primitiva, como el magnifico tímpano de la portada, con la imagen de la Virgen, y diversas pinturas murales (s. XVI). Entre Leboreiro y Melide, uno de los tramos más hermosos del Camino, se cruza la aldea de Furelos y el estrecho cauce de su río por un grandioso puente medieval.
En Melide (450 m), localidad considerada el centro geográfico de Galicia, el Camino Francés se hace urbano. La ruta se integra en una población con una intensa identidad histórica jacobea. Se trata de un centro medieval repoblado por mandato de Alfonso IX (s. XIII), de cuyo periodo conserva la portada de la iglesia románica de San Pedro, encastrada en la actual capilla de San Roque. A su lado se levanta uno de los cruceiros más antiguos de Galicia, obra gótica del siglo XIV que muestra la larga pervivencia del estilo del Maestro Mateo en el área de influencia del Camino Francés.
El casco histórico de Melide guarda otros dos tesoros artísticos: la iglesia de Sancti Spiritus, fundación franciscana de 1375, con sepulcros señoriales del siglo XV, y el templo románico de Santa María de Melide, de nave única y ábside semi-circular, decorado en su exterior con profusión de canecillos y dos portadas. Su interior conserva la mesa de altar románica y unos frescos del siglo XV que representan el misterio de la Trinidad como Trono de Gracia.
La asistencia hospitalaria era otro capitulo importante en la vida medieval de Melide. En la dotación de su hospital, construido en 1375, se sabe que había veinticuatro lechos, para ser ocupados cada uno por dos personas. En la Edad Media era común que las camas fueran compartidas por varias personas.
También tenía Melide un lazareto, atendido por los monjes-caballeros de la Orden de San Lázaro. Actualmente es posible rastrear el pasado y las costumbres tradicionales de Melide y su comarca visitando el Museo Terra de Melide (etnografía, arqueología, centro de estudios, etc.).