Sin embargo, tiene sentido práctico conservar estos dos términos de fitoplancton y zooplancton. El primero incluye a los organismos más abundantes en el océano, así como a los de menor talla, que además son los principales productores de materia orgánica en el mar y forman el primer peldaño de esa larga cadena alimenticia donde los animales se comen a los vegetales, y los seres más fuertes devoran a los más débiles.
Para iniciarse la cadena de la vida en los orígenes del planeta, seguramente fue necesaria la existencia de un organismo tan versátil como las algas marinas. En la actualidad esa versatilidad está demostrada al existir algas capaces de vivir en diferentes ambientes, desde las heladas aguas polares hasta fuentes termales casi en ebullición. Se encuentran algunas de ellas en lagos diez veces más salados que el mar y en los desiertos más inhóspitos. La presencia de unas gotas de lluvia es suficiente para localizar una capa gelatinosa de algas sobre las rocas.
Además de las bacterias, sobre las que se tiene poco conocimiento, diversos grupos de algas, principalmente microscópicas, forman el fitoplancton; las más abundantes son las diatomeas, dinoflagelados y cocolitofóridos. Aunque las algas planctónicas tienen una sola célula que mide décimas de milímetro, la masa orgánica total que representan en el mar, biomasa, es más grande que la de las plantas de mayor porte que habitan en el mismo estrato del mar. Su número alcanza cifras astronómicas y comprende tal cantidad de organismos que se puede comparar con los existentes en el medio terrestre.
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