Cuando se realiza la función de fotosíntesis, poco a poco descienden restos inertes de vegetales y animales al fondo de los mares, los que, en parte, son comidos, digeridos y transformados en nueva materia viva, pero también son desintegrados por las bacterias en el proceso llamado mineralización, en el que se forman las sustancias inorgánicas, especialmente nitratos, fosfatos y bióxido de carbono. Gracias a las turbulencias de las aguas del mar, parte de estos "abonos" inorgánicos vuelven a aflorar a las capas superficiales del mar, donde quedan, otra vez, a disposición de los vegetales planctónicos, y de esta manera se cierra el ciclo.
El plancton vegetal es más abundante en el lugar donde salen a la superficie esas aguas profundas, muy ricas en sustancias minerales, y que representan la materia prima para los vegetales verdes. Gracias al fitoplancton, formador de materia nutritiva, se desarrollan incontables microorganismos que forman el zooplancton, del que a su vez dependen grandes concentraciones de peces y otros animales marinos, con lo que se establece la productividad de los océanos.
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