Toda la superficie del mar se ve ocupada en esos momentos por seres vivos, como abigarradas medusas, cadenas de jóvenes tunicados, peces y multitud de seres tan pequeños que apenas pueden distinguirse, como las larvas de crustáceos, moluscos y peces.
En esta franja de agua se acentúa la inquietud de los organismos al capturar sus presas; los peces de menor talla engullen a los pequeños invertebrados o comen del plancton; los pulpos persiguen o atrapan a los peces de tamaños variados y los peces grandes devoran a los pulpos. Después del paso de la franja de mar que contiene esta multitud de organismos, vuelve una calma relativa al océano, quedando aguas aparentemente tranquilas.
La vegetación no sólo es alimento y base alimenticia de toda la vida animal, también es indispensable para la producción del oxígeno que necesitan las mismas plantas y los animales para su respiración.
Gracias al aporte de oxígeno que estos vegetales dieron desde su aparición, la atmósfera de la Tierra ha ido cambiando, transformándose en el medio apto para la respiración de todos los organismos. Además, parte del oxígeno producido pasó a las altas capas de la atmósfera y se convirtió en un gas llamado ozono, que actúa como pantalla filtro de los rayos solares ultravioletas que, de pasar a la Tierra, aniquilarían la vida. Sólo en estas condiciones pudieron salir de las aguas los organismos primitivos para colonizar los continentes. Es así como la vida, tanto marina como terrestre, depende de los vegetales verdes. Se calcula que los vegetales marinos producen el 70% del oxígeno que requiere la población animal del planeta.
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