La fecundidad de cualquier masa de agua natural depende de la actividad de sus vegetales verdes y ésta, a su vez, está determinada por otros factores, como son: la cantidad de energía radiante procedente del Sol; las características fisicoquímicas del agua, como la temperatura; su contenido en ciertas sales minerales o nutrientes; las características de los fondos marinos; el estado fisiológico del fitoplancton, y la acción de los animales.
Cuando se observa al océano parece como un desierto de color gris o azul, aparentemente estéril. Es difícil a veces creer que en él se presente mayor productividad que en los continentes; sin embargo, el esquema general de la vida en el mar es, en esencia, similar al que se aprecia en la tierra. En el mar los vegetales verdes son también los productores de alimento. Allí los animales comen las plantas y a su vez son devorados por otros animales, y mientras, las bacterias descomponen todos los restos orgánicos. Las plantas verdes marinas requieren de la luz solar y los nutrientes fertilizantes, lo mismo que las plantas terrestres necesitan el abono para poder formar la sustancia orgánica.
Es común estar familiarizado con los productores orgánicos que habitan en los continentes, es decir los árboles, las hierbas, los distintos cultivos, etcétera. Las plantas marinas más grandes, representadas por las algas y los vegetales herbáceos marinos, son también muy conocidas por todo el que viva cerca de una playa. Tal como ocurre con sus semejantes en la tierra, estas plantas acuáticas deben crecer fijas al fondo por medio de raíces y como necesitan la luz solar para realizar su acción fotosintética, sólo se encuentran a profundidades donde penetra la luz, es decir no más allá de los 100 metros cuando el agua del mar es transparente y sólo a 10 metros en aquellos lugares donde las aguas son turbias; por estas razones la distribución de dichos vegetales se limita a una franja alrededor de la zona costera, y ocupan una superficie que representa el 1% del área oceánica mundial.
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