Hay adaptaciones más complejas. Por ejemplo, la existencia de auténticos flotadores, como en los Sifonóforos, que tienen cámaras llenas de gas. En Physalia, el flotador está por encima de la superficie del agua, y es de azul intenso, lleno de una mezcla de oxigeno, nitrógeno, argón, anhídrido carbónico y monóxido de carbono.
Como la mayoría de sifonóforos viven por debajo de la superficie del agua, deben tener mecanismos reguladores de la presión, ya que cada 10 m aumenta la presión una atmósfera. Sí un sifonóforo sube de 100 m a la superficie el gas del flotador deberá mantenerse contra un gradiente de difusión de 10 atmósferas. En Nanomia bijuga existe un poro de salida del gas controlado por un esfínter. Existen células especiales que producen el gas. Así, expulsando gas o produciéndolo evitan que estalle el flotador al mantener una presión equilibrada con la del medio.
En los gasterópodos pelágicos hay reducción o desaparición de la concha para evitar el peso inútil, y el pie se transforma en aletas para nadar, como en Clione limacina, Limacina retroversa o Creseis acicula. En un gasterópodo tropical: Jantina, existe una adaptación muy curiosa. El pie tiene una glándula especial que segrega una mucosidad que encierra burbujas de aire y luego se endurece, formándose un flotador de varias burbujas.
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