A pesar de que las medusas son muy temidas por los animales marinos que huyen de ellas por las lesiones que les producen y que en ocasiones les llegan a causar la muerte, pueden asociarse a algunos organismos con los que extreman su benevolencia, ya que contra ellos dejan inactivas sus baterías urticantes, y no sólo no les producen daño alguno, sino que los defienden de sus adversarios que no se acercan por temor a la acción de las medusas; en otras ocasiones estos organismos asociados llegan a adquirir inmunidad contra la toxina de la medusa.
Tal es el caso de algunos pececillos del tipo de los jureles, que nadan entre sus tentáculos sin que les pase nada y aprovechan los restos de la comida de su nodriza, que es carnívora y voraz comedora de huevos y larvas de peces; además de estos peces pueden vivir asociados de manera semejante algunos pequeños cangrejos.
Las medusas han merecido la observación atenta de los naturalistas de todas las épocas. A los antiguos no dejó de llamarles la atención su forma pausada de nadar y creyeron ver en estos animales el medio de que se valían las aguas del mar para respirar y "pulmones marinos" o" pulmón de mar" fue el nombre con que las designaron. Su estudio se ha desarrollado y en la actualidad se han descrito 900 especies del grupo de los escifozoarios como Aurelia aurita, que se reconoce fácilmente porque en su sombrilla destacan cuatro sacos gástricos de color que va del rojo amarillento al morado.
Otras medusas comunes en el plancton marino son Liriope, Chrysaora, Rhopalonema, Pelagia, que abundan en aguas costeras a finales del verano y también en el otoño, época en que alcanzan su madurez sexual.
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