A medida que progresa el desarrollo de la larva, el velo se reabsorbe formándose el pie muscular que le permite reptar al animal, dejando de ser planctónico para convertirse en bentónico.
En el caso de los bivalvos, como el ostión, que viven fijos, los huevecillos se incuban dentro de la concha y de ellos sale una larva que nada libremente cubierta primero por una placa dorsal que se pliega para formar una ventral y dejar al organismo encerrado en dos valvas.
La dispersión de estas larvas de bivalvos llega a ser muy grande, y en el caso de las ostras alcanza grandes distancias de hasta 1 000 kilómetros. Cuando la larva termina su desarrollo se fija del lado sombreado de los objetos sumergidos para iniciar su crecimiento.
En los crustáceos los huevos y poslarvas son comunes en el plancton nerítico y en ciertas épocas del año llegan a ser los componentes predominantes, sirviendo para la alimentación de peces y otros invertebrados, principalmente.
La identificación de las larvas de crustáceos es muy difícil y en muchos casos imposible. Por esto son muy importantes los estudios de cultivos de larvas en acuarios, para poder conocer las características de cada especie. Durante el ciclo vital de los camarones se presentan tres tipos de larvas que viven formando parte del zooplancton: nauplius, protozoea y mysis.
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