Por supuesto, sería necesario realizar estudios adicionales sobre la digestibilidad del plancton y la cantidad de energía potencial que puede proporcionar al organismo humano, porque tiene que considerarse que los seres que lo forman presentan estructuras que hacen más difícil su digestión; por ejemplo, los crustáceos tienen el exoesqueleto de quitina, sustancia muy resistente y no digerible por el jugo gástrico humano; el problema no es tan grave para los pequeños copépodos, pero sí para el krill, al que se necesita "pelar" para que el hombre lo aproveche.
Es necesario crear nuevas técnicas y nuevos equipos, así como establecer toda una industria adicional para conservar y empacar el plancton, mezclarlo con otros alimentos, en caso necesario darle una apariencia atractiva que estimule su consumo, y realizar campañas de educación entre la gente con el fin de que lo acepte y lo incorpore a su dieta alimenticia.
El plancton solamente ha sido utilizado por el hombre de manera indirecta, ya que desde tiempos remotos los productos del mar representan un suplemento para sus alimentos terrestres, que han constituido siempre su sustento principal. En los mares, la humanidad se ha limitado, con algunas excepciones, a extraer de los niveles tróficos superiores, más que a manejarlos con bases eficientes que aseguren su explotación.
Como el plancton es el primer eslabón de la cadena de alimentación, es fundamental para que existan los niveles tróficos que el hombre aprovecha, y por esto se han iniciado prácticas de cultivo de él para alimentar a los organismos que pertenecen a estos niveles.
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