La distribución de los organismos del plancton es discontinua y está determinada principalmente por la temperatura y la salinidad, que son irregulares entre la superficie y los 150 metros, pero que se hacen más estables a los 200 metros de profundidad. Por lo tanto, el plancton no es un conjunto homogéneo: cada una de las especies que lo forman presenta su propio ciclo y el existente en un área determinada representa la suma de estos ciclos.
La distribución no sólo cambia en el espacio, sino que lo hace en el tiempo, ya que muchos de los organismos planctónicos tienen migraciones diurnas y nocturnas, de modo que, en algunas ocasiones, la captura del plancton es mayor en la noche. Estas migraciones se explican por el fenómeno de irritabilidad, es decir por la propiedad que tiene la materia viva de responder a los estímulos, y en el caso de los organismos planctónicos, éstos responden a la luz (fototactismo) y a la gravedad (geotactismo).
Los investigadores que estudian estos prodigiosos organismos han observado que cuando las aguas tienen temperaturas altas, son menos viscosas y, por lo tanto, su peso desciende; esto trae como consecuencia que los organismos corran el riesgo de irse al fondo, lo que no sucede en las aguas frías de mayor peso.
Lo anterior causa que los seres que habitan en el plancton de mares tropicales se hagan notar por sus bellísimas formas y por su mayor diversidad; entre estos mares existen medusas, sifonóforos, diatomeas, crustáceos, etcétera, adornados por gran profusión de prolongaciones; en contraste con la sobriedad de la forma que tienen los organismos del plancton de los mares fríos, en donde se encuentra un número menor de especies distintas.
Esta circunstancia es, tal vez, la que al impresionar vivamente a los primeros observadores los llevó a suponer, arrastrados por su entusiasmo, que los mares cálidos eran más ricos cuando en realidad es al revés: los mares fríos son los que encierran una riqueza de seres distintos incomparablemente mayor, debido a que las pocas especies que en ellos habitan presentan cantidades muy grandes de individuos, aunque de formas más sobrias y austeras.
La productividad de los mares depende de estos diminutos organismos que flotan en las aguas del mar y que forman el plancton y, por lo tanto, de la economía de los países que aprovechan los recursos vivos que el océano proporciona.
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