Se puede observar además que existen mejores condiciones para producir alimento en el Antártico que en el Ártico, debido a la topografía del fondo, especialmente en la región que hace contacto con el Atlántico, la cual produce corrientes ascendentes que llevan nutrientes a las aguas superficiales, lo que, como ya hemos repetido, aumenta la producción del fitoplancton, incrementándose el número de diatomeas, cuyos ejemplares son grandes (llegan al milímetro de diámetro); también son abundantes los dinoflagelados.
Esta productividad que se deriva de la existencia de plancton en el Océano Antártico se puede considerar representada principalmente por la presencia de las ballenas en este océano, aunque también se encuentran merluzas, platijas, sardinas, arenques y caballas, significando la captura de estos peces el 15% del total de la pesca mundial.
El Océano Atlántico establece la comunicación entre los Océanos Ártico y Antártico y se encuentra limitado al este por Europa y África y al oeste por América, siendo el lazo de unión entre ambos grupos continentales lo que ha facilitado el intenso intercambio cultural y económico entre el Viejo y el Nuevo Mundo.
El Océano Atlántico se estrecha en la zona ecuatorial, quedando dividido en dos: el Atlántico Norte y el Atlántico Sur. La circulación de sus aguas es autónoma en cada uno de ellos, existiendo una diferencia esencial que consiste en que el Atlántico Norte se halla prácticamente cerrado por su parte septentrional, mientras que el Atlántico Sur comunica ampliamente, por su lado inferior, con el Océano Antártico, además de que no alimenta mares interiores ni marginales, por lo que la circulación de sus aguas es más simple.
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